Las escuché un sábado frente
al Pabellón de Cristal en inmediaciones de la Casa de Campo en Madrid. Se
sentaron a comer un bocadillo antes de entrar a la feria de creatividad y
costura que se realizaba en el recinto:
–Entramos y Ana inmediatamente estaba cansada y él
dijo “esto es muy friqui”– le contaba la una a la otra.
Empecé a componerme el
cuadro, mientras la voz continuaba. Hablaba de una salida con su marido y sus
hijas:
–Busqué un puesto que conocía y compré galletas. Salieron a comérselas, pero luego… ¡no
los encontraba! Ni disfrutan
ellos, ni disfruta uno– remató.
La otra mujer masticaba en
silencio, así que siguió su relato:
–Hoy, cuando le dije que venía, me contestó: “¡ah!
¡bueno!, porque así descanso yo”.
–¡No! Te quedas con ellas. Voy sola. ¿Acaso las
llevas cuando vas a tus conciertos?
Enmudece un segundo:
–Si cuando las dejo donde mi mamá ¡ni siquiera va por
ellas! ¡Tienen que traérselas!
La última afirmación le da
impulso a la otra voz:
–¡Y a mí que me dice que qué tanto es lo que hago! Que salgo todo el fin de semana… ¡Y
claro!, vamos a llevar a Juan a las clases de piscina y a las cosas que hay que
hacer.
Hace una pausa, tal vez
reflexionando, y remata:
–¡Pero si todos los días llego de trabajar a las doce de
la noche! ¿Qué hago? …
Me las ingenio para
observarlas de reojo. Deben estar
cerca de los cuarenta años. Muy
disímiles. La que por la voz es la madre de dos hijas, es esbelta, lleva botas,
pantalón ajustado y buzo de cuello alto. Su acompañante tiende a la gordura y
luce ropa ancha.
La madre de las dos niñas
continúa:
–En la mañana me levanto temprano, las dejo vestidas y
desayunadas antes de irme, y él va y me dice que llevarlas al colegio lo estresa; pero por qué si a María
la lleva a las ocho y Ana sólo entra a las nueve y media… ¡Tiene tiempo de
sobra!
Cavila:
–Me dice que se juega la vida todos los días en la
rotonda de la esquina, donde siempre se forma un atasco.
Su acompañante produce
interjecciones de disentimiento, ella continúa:
–Que llegue más tarde al trabajo y las lleve yo, me
dice, ¡pero si tengo que entrar a las ocho!.. Y volver al tiempo en que él
trabajaba en la mañana y yo en la tarde, ¡no!, ¡de ninguna manera!, porque va a
ser lo de siempre. Cada vez que le
pedía algo me decía: “Que vengo de trabajar, ¡eh¡”.
PD. En la
semana en que se inicia la campaña “16 días de activismo contra la violencia de
género” promovida por Naciones Unidas.
Contra todas las violencias ejercidas sobre la mujer… las de las leyes,
las de las prácticas, las de las desigualdades en virtud del género.
Me encanta esto de blog!!!!
ResponderEliminarEn verdad se estaba demorando!!!
Muy bien!!