jueves, 26 de mayo de 2016

Conversaciones de sobremesa


En nuestra casa desayunamos escuchando la radio que, titular a titular, va imponiendo la agenda informativa del día. Invariablemente, mientras los escucho, pienso qué lejos me siento de  aquellas clases de periodismo en que, recurriendo a los teóricos, se citaban los elementos que convertían a un hecho en noticia.   La agenda la imponen los medios, siempre lo han hecho, pero cada vez más de acuerdo con sus propios intereses y siempre más lejanos de lo que conocemos por objetividad, que se está convirtiendo apenas en una falacia.

Hace apenas una semana escuchaba cómo ese día, con gran alarma, se hablaba del crecimiento de la deuda pública española.  La alarma se generó por un toque de la Unión Europea.  Contempla imponer una multa adicional a España, también a Portugal, por no haber cumplido su compromiso en la reducción de la misma.

Los periodistas y comentaristas convirtieron el tema en el del día –con la misma audacia en que al siguiente lo sepultaron, cambiándolo por otro, igual o más escabroso – así que desayunada y subida en la máquina elíptica, donde acompaño con ejercicio físico el del pensamiento, no pude más que sonreír con ironía frente al cinismo de los medios.  ¡Hablaban del crecimiento de la deuda como si hubiera sido el descubrimiento del día, cuando es un hecho que ésta ha venido creciendo y duplicándose año a año de una manera vertiginosa!  Tanto ha crecido que ya sobrepasa el ciento por ciento del Producto Interno Bruto del país, y las cifras no son nuevas, ya eran conocidas.

A la hora del almuerzo, retomamos el tema.  Esa tarde, como siempre, en una conversación que es nutrida, volvimos al titular del día para reenfocarlo no sólo en el engaño de la presentación sino en el engaño en que parecemos empeñados en vivir, tal vez para no darnos tan duro con la realidad, o, peor, porque queremos vivir en ella, pero aislados de ella.  O, nos dijimos, ¿no sería preocupante para la economía de cualquier hogar que el ciento por ciento de sus ingresos en un año no alcazaran a cubrir lo que debe? Y para empeorar ¿que además lo fueran a multar por el atraso en el cubrimiento de su deuda?

Pienso que sí.  Como creo que debería haber más conversaciones de sobremesa en las que los temas trascendieran del fútbol y la amenidades de la vida, o las amenazas de la cotidianidad simple, para subir un escalón más que nos permita descifrar el sistema en el que vivimos porque sólo conociéndolo, podremos modificarlo.

Un sistema que se replica siempre a sí mismo, como un espejo en una galería de espejos, devolviendo la misma imagen, entre otros asuntos porque los encargados de contarlo apenas tienen palabras para esbozarlo y las que usan no les alcanzan, son pobres en su significado o apenas se replican a sí mismos sin crítica, sin imaginación, sin alcance. 

¿O qué otra cosa se podría pensar cuando el mismo día de la noticia sobre el crecimiento de la deuda pública, otro periodista  (ojo, periodista dando una noticia y no comentarista) calificó de “afirmación apocalíptica” –como si viviéramos en el medioevo–  que el físico Stephen Hawking dijera que Dios no existe?

Quise consolarme y abrí un diario de mi país.  El espejo me devolvió la misma imagen.  La noticia decía que uno de los mayores “consumos” de los colombianos en las aplicaciones tecnológicas (Apps) es el de educación. ¡De manera que hasta la educación, que es ante todo formadora, se está convirtiendo, gracias a la palabra en esta galería de espejos, en apenas un componente de consumo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario